XXII Congreso Argentino de Psiquiatría de APSA. Mar del Plata. Abril 2006

El Rol del Psicooncólogo Frente al Paciente Muriente, Desde un

Abordaje Cognitivo

 

Lic. Clara Rosenfeld

La búsqueda espiritual es un viaje en el que

no hay distancias.

De donde estás en este

momento, vas adonde has estado siempre.

Pasas de la ignorancia al reconocimiento,

porque lo único que haces es ver por primera

vez lo que siempre has estado mirando. 

Anthony de Mello, s.j.

 

 Para realizar este trabajo he reflexionado, focalizando específicamente en dos temas:

1) En la etapa terminal de la enfermedad oncológica, como una de las fases finales de la enfermedad, y dentro de ella: el complejo y crítico proceso de tránsito que hace el paciente entre el vivir y el morir.

2) En el rol del psicoterapeuta cognitivo en general, y del psicoterapeuta cognitivo que se ocupa de la atención de pacientes oncológicos y sus familias, en especial.

Un paciente oncológico ingresa a la etapa terminal de su enfermedad cuando ya no existen más o no se encuentran chances curativas para su padecimiento orgánico.

Comienza entonces, un nuevo período que, lejos de ser significado como una etapa en la cual “ya no hay más nada qué hacer “, sabemos que, podemos encontrar diversas y diferentes alternativas de abordaje para el paciente y su familia desde distintas perspectivas.

Los aportes de la Medicina Paliativa y la confluencia de disciplinas que a ella se integran, resultan ser una contundente evidencia de lo previamente expuesto.

Es necesario incluir en esta etapa, el difícil y muy comprometido momento final por el que transita el paciente entre el vivir y el morir, en el cual se constituirá como meta, desde el punto de vista psicológico, el brindar soporte para el afrontamiento de este paso: es decir se ofrecerá aliviar, tranquilizar, acompañar, comprender y apoyar al paciente y confortar y consolar a su familia.

En relación al punto 2) sabemos que el rol de un terapeuta cognitivo es el de ser, al decir de Vittorio Guidano, un perturbador estratégicamente orientado, es decir alguien capaz de producir un efecto discrepante a partir de sus intervenciones y capaz de gatillar una modificación significativa en la visión que el paciente tiene de sí mismo, y/o de los otros y/o del mundo.

Acerca del rol del psicoterapeuta, Celia Elsufán comenta:

“Considero que tenemos que ser como juncos, porque permanentemente los terapeutas nos enfrentamos con personas distintas con diferentes ideas sobre su persona, la vida de pareja, la familia, etc.

Sería algo como contener la estampida de una manada de animales que están en mí y que empujo para atrás para escuchar solamente lo que le duele o cómo ve al mundo la persona”.

A lo cual se podría agregar; para poder con una actitud abierta y flexible, colocarse y jugar frente al paciente, distintos roles de acuerdo a la dinámica particular que haya adquirido la relación terapéutica en determinado momento del proceso y de acuerdo a las necesidades emergentes en el paciente.

Como por ejemplo: el rol de padre, madre, maestro, orientador o consultor, clarificador y ejecutor de los límites, etc.

Así podemos reflexionar que el rol del psicooncólogo cognitivo, especialmente aquel que se enfrenta a pacientes murientes con o sin un sistema de creencias religiosas en el cual sostenerse y por medio del cual contener sus miedos a la muerte e interpretar su sentido; se amplía y enriquece adquiriendo nuevos matices con la incorporación del rol de asesor espiritual.

Desde este rol, el psicooncólogo, haciendo abstracción de su propio sistema de creencias, con una escucha atenta, abierta y sin juzgamientos, contendrá e intentará aliviar las cuestiones que el muriente considere pendientes; facilitará permisos y la autocompasión; preservará la autoestima y dignidad del paciente; se sensibilizará ante los mensajes verbales y no verbales del mismo y ante sus diversas necesidades, factibles de ser satisfechas y que lo puedan ayudar a reducir su sufrimiento físico, psicosocial y espiritual.

Elaborará construcciones de significado alternativas que permitan conducir hacia cambios cognitivos, afectivos y conductuales que posibiliten en el paciente, el despliegue de su sentido de vida, su capacidad de trascendencia y le provean fundamentalmente bienestar, a pesar de la gravedad de la enfermedad y de la inminencia de la muerte.

Todo lo cual, como sabemos, constituye un elemento más de los Cuidados Paliativos.

En síntesis, no se intenta devolver la vida, ni prometer que todo aquel que lo haga, puede morir en estado de beatitud, sino fundamentalmente se trata de reveer lo bueno y positivo de lo vivido, constituyendo ello solamente un aporte que tiende a contribuir a que la persona muera en situación de la mejor calidad de vida posible para él y su familia, con la utilización de una técnica breve y concisa que lo permita.

Finalmente, cabe a los investigadores o algún joven colega de nuestro medio, que quiera realizar una tesis, el comprobar que este tipo de intervenciones no solamente puedan ser ponderadas por la apreciación subjetiva del psicólogo o de la familia, sino que también puedan traducirse en menor cantidad de actuaciones médicas y quizás en menor uso de medicamentos.

Lic. Clara Rosenfeld.

Área de Psicooncología.

Bibliografía:

– Integración de aportes Cognitivos a la Psicoterapia. Sara Baringoltz, compiladora. Editorial

Lumiere. Año 2000.

– Aspectos psicoafectivos del enfermo terminal: Atención ética integral. Prof. J. A. Flórez Lozano.

Editorial Astrezeneca, Barcelona 2001.